La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

martes, 6 de octubre de 2009

INTERESES BASTARDOS

En cada situación en la que nos vemos involucrados, siempre tenemos en nuestra personalidad diferentes niveles de implicación, que se van ordenando por importancia según se requiere. El mecanismo que nos lleva a hacer esto, su funcionamiento y, si me apuras, hasta su nombre, son desconocidos por mí, pero lo cierto es que noto por mi propia percepción como las distintas cosas van tomando importancia (y en algunos casos, hasta desaparecer) según el asunto que me ocupa. Supongo que aparte del nivel cognitivo, otros factores menos aleatorios como pueden ser la propia experiencia o la escala de valores, toman su importancia en este proceso tan desconocido como fascinante.


Posiblemente, el desconocimiento de todo esto es uno de los factores determinantes en el absoluto desconcierto que experimentamos ante la forma de actuar de otras personas, en ocasiones tan misterioso como discordante con las cosas que toleramos. Quizás, si tuviéramos una común cosmovisión, sería más fácil encontrar el porqué a determinadas actuaciones. Pero esto, ademas de obvio, resulta del todo utópico, así que solo nos queda como arma el raciocinio, que nos ayude a desentrañar los misterios de aquellas motivaciones que, vistas desde fuera, no pasan de ser intereses bastardos. Cuando el raciocinio falla, vienen los problemas, los desencuentros y, en el peor de los casos, los enfrentamientos.


Puedo asegurar sin temor a equivocarme, que soy una persona bastante comprensiva con las motivaciones ajenas; que trato de no juzgar hasta tener pleno conocimiento, que intento buscar intenciones buenas en los comportamientos de otros. Precisamente esto hace que, cuando tras darle ciento y una vuelta, cuando se me escapan del entendimiento las causas de un comportamiento, soy totalmente indolente, y trato entonces de actuar en consecuencia. Supongo que mi postura puede resultar un tanto radical, y de hecho así la califico hasta yo mismo, pero es que por mucho que trate de comprender según qué comportamientos, no puedo hacerlo.


Jamás entenderé que haya personas a las que no les importen lo que los americanos llama “daños colaterales”, es decir, perjuicios que llevan inherentes diferentes actuaciones y para cuyo fin no se ha llevado a cabo la acción. Hay demasiada gente a la que no le importa los daños añadidos que causan sus comportamientos; cada vez más gentes que han mamado las enseñanzas de Maquiavelo, y afirman para sí o en voz alta que “el fin justifica los medios”. A todos ellos, me gustaría decirles que no es así, que las personas tenemos dentro algo que se llama sentimientos, y que es muy importante no herirlos con nuestras acciones, aunque no sea intencionadamente. Un codazo en la nariz, duele igual si ha sido dado con o sin intención, y no es justo que vayamos moviendo los brazos sin ver a dónde o a quién golpeamos. Seamos más comedidos, y quizás evitemos muchos de los problemas que a diario nos acometen. ¿Y si probásemos a pensar un poco no en las consecuencias y no en si realmente vale la pena sufrirlas?. Quizás, muchos de los problemas que nos aquejan, no existirían.

Valores Siglo Xxi (Quino)

Hace poco me enviaron esta presentación, con la que pretendían hacerme pensar un poco, y puedo asegurar que lo consiguieron. Está creada por el genial Quino, el padre de la archiconocida Mafalda, y quiero ponerla porque me parece muy buena: da qué pensar. Espero que os guste tanto como me gustó a mí